En un audaz acto de desafío a las normas establecidas, la emblemática estatua del Manneken Pis en Bélgica se vestirá por primera vez en sus 400 años de existencia con un elegante vestido de mujer. Este acto provocativo se llevará a cabo para conmemorar el 50º aniversario del famoso diseño “wrap dress” de la modista belgo-estadounidense Diane von Furstenberg, desafiando las expectativas y celebrando la liberación de la moda femenina.
Un cambio histórico del Manneken Pis
El Manneken Pis, la famosa escultura de un niño orinando que simboliza a Bélgica, sorprenderá al mundo al lucir un vestido de mujer el próximo 10 de octubre. La ceremonia contará con la presencia del alcalde de Bruselas, Philippe Close, y será un poderoso gesto que desafía las normas establecidas. Este acto audaz simboliza el empoderamiento de la mujer y rinde homenaje al trabajo de la diseñadora Diane von Furstenberg, quien es ciudadana honoraria de Bruselas. Su contribución a la moda feminista ha dejado una huella imborrable en la industria.
El vestido y su significado
El vestido que adornará al Manneken Pis está confeccionado en un exquisito punto de seda, con un llamativo estampado gráfico en verde y blanco. Este vestido, inspirado en un diseño de los años setenta, presenta un escote en forma de “V” y se ha convertido en un ícono de la moda y un símbolo de la emancipación de la mujer gracias a Diane von Furstenberg. El Manneken Pis es conocido por adaptar su atuendo para diversas ocasiones, desde trajes de bombero hasta el icónico traje de Papá Noel. Sin embargo, esta será la primera vez que la estatua adopte un atuendo completamente femenino. Este acto desafía las convenciones arraigadas y refleja la evolución de la sociedad hacia la igualdad de género.
Celebrando la diversidad
Esta histórica elección de vestuario para el Manneken Pis no solo celebra la moda y el diseño innovador, sino que también promueve la inclusión y la diversidad en la sociedad moderna. Es un recordatorio poderoso de que todos tienen el derecho de expresarse y ser quienes son, sin importar las expectativas impuestas por la sociedad.
El Manneken Pis se convierte en un símbolo audaz de la libertad de expresión y un testimonio vivo de que el cambio es posible, incluso para una estatua de 400 años de antigüedad.