Los linchamientos en México se han convertido en una preocupante expresión de hartazgo social y desconfianza institucional. En estados como Puebla, Estado de México e Hidalgo, la población ha optado por ejercer justicia por propia mano ante la percepción de impunidad. El caso de Eduardo, linchado en Ixmiquilpan, Hidalgo, es solo uno de los cientos que ilustran la gravedad del problema.
La justicia por mano propia: una consecuencia de la impunidad
El linchamiento de Eduardo en 2019 fue brutal y desgarrador. Casi 200 personas lo golpearon, ataron, desnudaron y abandonaron malherido. A pesar de la presencia de policías municipales, nadie intervino. Este caso refleja el colapso de la autoridad ante la violencia colectiva. La mayoría de los linchamientos surgen como respuesta directa a delitos menores, ante la creencia de que las autoridades no castigarán a los responsables Organizaciones como Causa en Común y la CNDH alertan que este fenómeno se está normalizando, y las cifras son alarmantes. Puebla lidera los registros con más de mil intentos de linchamiento desde 2015, muchos con desenlaces fatales. El Estado de México también ha registrado decenas de linchamientos en municipios como Ecatepec, Chalco y Texcoco.
Puebla, epicentro de la violencia colectiva y los linchamientos
Puebla ha sido históricamente el foco de los linchamientos en México. Desde 2015, al menos 113 personas han muerto en estos actos. En 2019 se reportó el año con mayor incidencia: 276 eventos y 20 muertos. Destacan casos como el de Daniel Picazo, abogado y asesor de la Cámara de Diputados, quien fue quemado vivo por una turba en Huauchinango tras un falso rumor de secuestro. La capital poblana lidera la incidencia con el 42% de los casos. A pesar de contar con protocolos de actuación, la intervención policial sigue siendo tardía o inexistente, lo que demuestra la fragilidad institucional.
La ausencia legal y el poder de las redes sociales
En muchos estados, el linchamiento no está tipificado como delito. Las personas involucradas son juzgadas por homicidio, lesiones o privación ilegal de la libertad, dificultando un registro preciso y una política pública efectiva. Las redes sociales también juegan un rol central, ya que amplifican rumores, convocan multitudes y desinforman. Casos como el de Texcapilla en el Edomex, donde pobladores mataron a supuestos criminales y fueron exonerados por la fiscalía, muestran la línea difusa entre defensa comunitaria y justicia sumaria. Mientras tanto, la mayoría de los linchamientos quedan impunes. De 200 agresores, como en el caso de Eduardo, solo uno fue sentenciado.
Linchamientos, síntoma de un Estado ausente
El aumento de linchamientos en Puebla, Edomex e Hidalgo no solo refleja violencia, sino también un grito desesperado de comunidades olvidadas. Es un llamado urgente a reconstruir el Estado de derecho, fortalecer la justicia local, garantizar la seguridad y generar confianza institucional. Mientras estos factores no se atiendan, el linchamiento seguirá siendo una página dolorosa y vigente en la historia social de México.
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