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Sicarios son reclutados brutalmente en Teuchitlán

En Teuchitlán, Jalisco, se ha destapado un oscuro mecanismo de reclutamiento de sicarios que operaba en el rancho Izaguirre, un centro de adiestramiento para asesinos a sueldo vinculado al narcotráfico. Un sobreviviente del lugar reveló detalles estremecedores sobre este sistema, en el que se ofrecía un empleo aparentemente inocuo como guardia de seguridad para, posteriormente, forzar a los reclutas a integrarse a la organización criminal. La información expuesta ha conmocionado a la opinión pública y evidenciado la brutalidad de estos métodos, que incluyen desde la desmembración en un cuarto apodado “la carnicería” hasta la incineración de los cuerpos para eliminar cualquier rastro.

Reclutamiento encubierto en el Rancho Izaguirre por sicarios

El proceso de reclutamiento se iniciaba en la terminal de autobuses de Tlaquepaque, donde se ofrecía a las personas la posibilidad de trabajar como guardias de seguridad. Sin embargo, al aceptar, los reclutas se encontraban en un ambiente controlado y hostil. Según el testimonio, al llegar al rancho Izaguirre, se descubría rápidamente que la oferta no era lo que parecía. “Jamás pensé hacer eso, pero no me quedó de otra más que aceptar, si no, me iban a matar”, confesó el sobreviviente. Durante el adiestramiento, que duró aproximadamente dos meses y medio, se pagaba una modesta suma de 3,000 pesos semanales. Sin embargo, la verdadera finalidad era preparar a estos individuos para convertirse en sicarios de élite, sometiéndolos a un entrenamiento violento y despiadado.

“La carnicería”: El cuarto del terror

Uno de los aspectos más aterradores del proceso era el llamado “cuarto de la carnicería”, una habitación diminuta equipada con una cama de cemento donde se realizaban ejecuciones sumarias. En este espacio, los reclutas que no superaban el adiestramiento eran brutalmente desmembrados y, posteriormente, incinerados en un horno diseñado para acelerar la quema de los cuerpos. El sobreviviente relató que, al negarse a cumplir con las órdenes o por mostrar debilidad, se enfrentaban a un destino fatal: “nos mataban… porque el lema ahí es que si no hay cuerpo, no hay delito”. Esta práctica macabra tenía el doble propósito de eliminar testigos y mantener el control absoluto sobre los integrantes de la organización criminal.

El escape y la revelación de la verdad

A pesar del ambiente de terror y coerción, algunos lograron escapar. El testigo contó que, tras ser enviado a trabajar como sicario en Zacatecas, el miedo y el anhelo de ver a su hijo lo impulsaron a huir del grupo criminal. Este acto de valentía permitió exponer los detalles de un sistema que, hasta ahora, se mantenía oculto tras una fachada de seguridad laboral. La revelación del proceso de reclutamiento, la existencia de “la carnicería” y el uso de hornos para incinerar cuerpos han encendido la alarma en diversas instituciones y en la sociedad, generando demandas de justicia y reformas en materia de seguridad.

Conclusión sobre sicarios

El relato del sobreviviente del rancho Izaguirre en Teuchitlán, Jalisco, arroja luz sobre las prácticas inhumanas utilizadas para reclutar sicarios en el marco del narcotráfico. La brutalidad de someter a los reclutas a un entrenamiento violento, la existencia de “la carnicería” y la incineración de cuerpos para borrar rastros evidencian la cruda realidad detrás de estos grupos criminales. Es fundamental que las autoridades refuercen los esfuerzos para investigar y desmantelar estas organizaciones, garantizando justicia para las víctimas y evitando que la impunidad siga reinando en estos oscuros rincones del crimen organizado. La verdad debe prevalecer, y la exposición de estos hechos es un paso crucial para combatir la violencia y proteger a la sociedad.

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