La noticia del asesinato de David Cristóbal Barraza Sainz, mejor conocido como comandante Nitro Culiacán, ha conmocionado a Sinaloa. El ataque ocurrió en pleno bulevar Pedro Infante, alrededor del mediodía, mientras el comandante viajaba en una camioneta blindada junto a su esposa, quien resultó gravemente herida. A pesar de la rápida reacción de las autoridades, los atacantes huyeron sin dejar rastro.
Barraza Sainz era uno de los líderes más reconocidos de la Policía Estatal Preventiva. Durante años encabezó operativos estratégicos en zonas de alto riesgo y, en 2023, fue designado como coordinador del Grupo Élite. A principios de este año había solicitado su baja voluntaria, aunque oficialmente seguía formando parte de la corporación al momento de su muerte.
Comandante Nitro Culiacán: Crimen impune y señales de debilitamiento institucional
El homicidio del comandante Nitro Culiacán revela no sólo el nivel de violencia que persiste en el estado, sino también la audacia con la que operan los grupos criminales. El ataque fue perpetrado en una zona transitada, cerca de oficinas públicas y comercios, lo que confirma el debilitamiento de las estrategias de seguridad.
Las autoridades desplegaron operativos con presencia del Ejército, Guardia Nacional y fuerzas estatales, pero hasta ahora no hay detenidos ni información oficial sobre los responsables. La violencia contra cuerpos de seguridad ha ido en aumento: más de 40 agentes han sido ejecutados en Sinaloa en menos de un año.
Para muchos, el comandante representaba la esperanza de recuperar el control en zonas dominadas por el crimen. Su perfil operativo, con más de una década de servicio, lo había convertido en símbolo de resistencia ante la presión de los cárteles.
La ejecución de Barraza Sainz deja un vacío en la corporación y una sensación de vulnerabilidad en la ciudadanía. Su muerte plantea preguntas urgentes sobre la capacidad del Estado para proteger a quienes se enfrentan cara a cara con la delincuencia organizada.